Cuando pensamos en un caballo con dolor, lo primero que nos viene a la mente es una cojera evidente. Sin embargo, el dolor en los caballos no siempre se manifiesta de forma tan clara. Muchas veces, los signos son sutiles y pueden pasar desapercibidos hasta que la lesión ya está avanzada. Aprender a detectar estas señales es clave para la prevención de lesiones y la optimización del rendimiento deportivo. Recuerda: el dolor no son solo cojeras.

Signos de dolor que no son cojeras

Un caballo puede estar sufriendo molestias sin llegar a cojear. Algunos de los signos más comunes incluyen:

  • Cambios de comportamiento: Un caballo que se muestra más irritable, agresivo o apático puede estar sufriendo dolor. Si un caballo que antes era colaborador empieza a rechazar el trabajo, es importante investigar la causa.
  • Rigidez o falta de fluidez en los movimientos: Un caballo que parece “agarrotado”, que le cuesta calentar o que muestra resistencias en ciertos ejercicios puede estar manifestando dolor.
  • Cambios en la actitud hacia el trabajo: Algunos caballos dejan de querer saltar, se niegan a girar o rechazan ciertos ejercicios que antes realizaban sin problema.
  • Posturas anómalas: Un caballo que se encorva, evita apoyar peso en una extremidad o cambia su manera de moverse puede estar intentando aliviar una molestia.
  • Alteraciones en el rendimiento: Un descenso en la calidad del movimiento, una menor capacidad de reunión o dificultad para mantener impulsión pueden ser signos de un problema físico.

Ejemplos prácticos de dolor “invisible”

Un caso común es el dolor de dorso. Puede manifestarse en un caballo que empieza a resistirse al ensillar, a encorvarse en el trabajo o a moverse con rigidez. Si no se detecta a tiempo, puede desembocar en bloqueos vertebrales, contracturas severas o incluso una cojera secundaria debido a compensaciones.

Otro caso frecuente es el del caballo que deja de querer saltar. En ocasiones, se interpreta como un problema de actitud o falta de motivación, cuando en realidad el caballo está evitando un esfuerzo que le causa dolor. No es raro que, al poco tiempo, ese mismo caballo sufra una lesión tendinosa. Muchas veces, esa negativa a saltar era el primer signo de una lesión incipiente.

La importancia del control del entrenamiento

Detectar estos signos a tiempo no solo mejora el bienestar del caballo, sino que también es fundamental para la prevención de lesiones. Un control adecuado del entrenamiento permite:

  • Identificar pequeñas molestias antes de que se conviertan en lesiones graves.
  • Adaptar el trabajo para evitar sobrecargas y desequilibrios musculares.
  • Mejorar el rendimiento deportivo a largo plazo.

El trabajo de rehabilitación y entrenamiento equino debe basarse en una observación detallada del caballo y en una planificación adecuada para evitar que los problemas lleguen a un punto crítico. Cuando un caballo cojea, muchas veces la lesión ya es importante. Detectarla antes marca la diferencia.

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